Aprendiendo a morir

En este tiempo, tenemos al jinete de la muerte muy cerca de nosotros, en cada paso, en cada contacto, en cada momento de nuestra vida.

Nadie nos enseña a morir, a morir bien. Los médicos, que serían indicados para guiarnos en el momento de la muerte, no tienen mucha preparación en ello. Los médicos son especialistas en la salud y en la enfermedad, pero no en la muerte.

¿Cómo morir de la mejor manera posible?

Durante mucho tiempo, he considerado creer en la siguiente afirmación: “no tengas miedo de morir, no morirás nunca jamás”. La muerte es algo necesario; si no existiera la muerte, no habría espacio para las siguientes generaciones. Biológica, social y culturalmente, debemos cumplir un determinado tiempo de vida, y luego, dar paso a nuestros hijos y a nuestros nietos que deberán tener sus auténticos propósitos, sus propios proyectos y esperanzas; ellos deben tener la posibilidad de demostrarse a sí mismos que construyen su propia historia, que realizan sus sueños. Morir es parte del orden natural de la vida. Solo así, nuestra descendencia podrá perpetuarse. La muerte esta escrita dentro de nosotros, en cada célula, en el ADN, en todo nuestro cuerpo. La muerte es algo necesario.

Los anunciadores de la muerte son parte del quehacer diario. El sida, el cáncer, las dolencias cardíacas, la diabetes, la obesidad, la depresión, las demencias, las infecciones, y, sobre todo, el corona virus, todos ellos, tienen protocolos dentro del campo médico. Inclusive, los pacientes terminales tienen protocolo médico, pero la preparación propia para morir todavía tiene mucho que mejorar.

¿Cuál es la mejor forma de morir? Una muerte clínica, muerte cerebral, muerte súbita, muerte inmediata o una muerte tardía. Pero puedo afirmar que mejor he de morir con dignidad, con sabiduría, con honor, con tranquilidad, con amor, con arte, con satisfacción.

Debemos aprender a morir o buscar algún profesional que nos acompañe y nos ayude a morir de la mejor manera posible.

Un aprendizaje para morir es revisar nuestras cogniciones sobre la muerte y fortalecer esas cogniciones. Por ejemplo, “cuida tu alma, porque el cuerpo morirá”, “no tengas miedo a la muerte, acepta la oportunidad de la vida”, “sólo puedes temer a la muerte si es que tienes demasiada vida sin vivir”.

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